Últimamente, parece ser algo habitual eso de vivir cada día sin tener ni idea de qué puede suceder o de si se está haciendo lo correcto; tampoco hay claridad de hacia donde lleva lo que una comienza o si quiera, si lo que se piensa se llegará a materializar en algún momento.
Sí hay una sensación de ligereza, de confianza, que despierta a la disponibilidad, a la petición que trae el instante. A veces, no parece tener sentido, pero aplicando una mirada amplia, las piezas de las encrucijadas al final se encajan. Y esto aviva el sentimiento de que el ser humano no es ni más ni menos que un intermediario de algo más amplio que desea Ser.
Recordarlo, pone al corazón al frente, como si activara las antenitas necesarias para conectarse con la frecuencia que permita al transmisor reproducir el mensaje. Mensaje grabado en los rollos de esta maquinaria vieja, como aquel magnetófono de mi tía, con el cual disfrutamos tanto grabándonos y escuchándonos una y otra vez.
Tal vez, la transmisión necesita una máquina renovada, tal vez la incertidumbre es una nueva pieza. Veremos...
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